Somos Eva e Isabel, de 47 años. Hemos trabajado por cuenta ajena y también hemos tenido empresa propia.

Durante la pandemia de 2020, como casi toda España, entramos en un ERTE. Fue ahí cuando decidimos embarcarnos en este proyecto.  Inicialmente, éramos tres, pero, por circunstancias personales, la tercera en cuestión, tuvo que dejar Carocho.

Actualmente, volvemos a ser tres: contamos con un amigo diseñador que es quien «traduce» y plasma nuestras ideas.

Teníamos la discapacidad muy cerca…sobre todo, Isabel… por Íñigo, el mediano de sus tres hijos, con discapacidad por falta de oxígeno al nacer.

Íñigo, de pequeño, cuando se enfadaba, se mordía el calcetín del pie derecho. 

Nos pareció una idea muy buena con una historia detrás que contar. Quisimos aportar nuestro «granito de arena» a Fundaciones que trabajan con la discapacidad y donarles parte del beneficio.

La fabricación tenía que ser española si o si. Con la problemática que había en España a todos los niveles, en ese 2020,  teníamos claro que, aún siendo nuevas y «pequeñitas», teníamos que apostar por el comercio de cercanía y la mano de obra española.  Que el algodón fuera orgánico nos pareció también un punto que sumaba al proyecto.

Como valor añadido, se nos ocurrió incluir en el diseño de cada calcetín, un elemento diferente… relacionado con la temática del calcetín, pero distinto. De esta manera, hacemos un guiño a la discapacidad y a sus «diferencias».

Así nace Carocho: diseños propios, fabricación Española en algodón orgánico y solidarios.

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